II.- El milagro de la Fuensanta y la frontera entre lo demostrable y lo indemostrable
Desde muy pequeño me fascinó el cuadro del milagro de la Virgen de la Fuensanta que, con su colorido y su gran expresividad, estimulaba mi imaginación situándome en un mundo de aventuras sin fin, que me provocaba una gran satisfacción tanto por el fracaso del malvado rey Alí-menón , como por la milagrosa recuperación de la reina buena, su esposa, gracias a la intervención de Santa Maria de Iznatorafe.
El hecho de que
todo aquello que allí se decía, había ocurrido en ese mismo sitio que yo
pisaba, al lado de esa misma fuente, allí, enfrente de Iznatoraf ¡ y en mi propio pueblo!, me producía una añadida satisfacción de orgullo.
Con
el tiempo se fue instalando dentro de mí la sensación de una respetuosa incredulidad hacia todo aquello y más
adelante ya, cuando entré de lleno en el mundo de las personas mayores, al mismo tiempo que en la
Universidad, me revestí de una cierta “ingenua aureola de intelectualidad”, de
tal manera que toda aquella historia
pasó a ser un cuento para niños, dada la evidencia de que carecía
de rigor histórico alguno.
Desde que
cumplí los 20 años, prácticamente deje
de vivir en Villanueva pero nunca de volver, y siempre hacer una visita más o
menos “rutinaria” a la Fuensanta.
En una de esas
visitas, ya no encontré el cuadro que alimentó mis fantasías allí en la Fuente
Santa, además el descuido y una
sensación de abandono de aquel lugar era patente. Aquel estado en que se
encontraba el manantial me hizo sentir mal, algo mío faltaba, y me invadió un
sentimiento de culpabilidad, pensando que mi “escepticismo de falso intelectual modernista” y el de otras
personas como yo, había colaborado a crear un ambiente demoledor que desembocó en
aquel lamentable estado de abandono.
Ese día aprendí de forma “no demostrable” el valor de
aquella Fuente, de aquel Milagro que, fuese demostrable o no, sostenía con
vigorosidad mis propias raíces aún a pesar de mi “demostrable”
indiferencia, al comprender y valorar
con palpable evidencia la importancia de cada día 8 de los Septiembres de mis años jóvenes, cuando veía como las personas
mayores, muchas mujeres y hombres subían descalzos por la cuesta para cumplir
una promesa o pedir por algún ser querido, cuando en medio del polvo y el sudor
bajo un sol riguroso, se daban vivas a la Virgen, o cuando yo mirando su cara,
siempre me tropezaba con esa serena
mirada de virgen románica de nuestra Señora de la Fuensanta y sentía como
un gusanillo me roía por dentro llegando al corazón después de taladrar
y atravesar mi conciencia.
A veces pienso,
ahora ya, cuando la vida se empieza a ver
dentro de la alargada sombra de la perspectiva que dá el atardecer en el
árbol de los años, que la frontera
entre lo demostrable y lo indemostrable la marca cada uno con sus creencias
y con la fe que le eche a la vida.
La Virgen de la Fuensanta en Iznatoraf y mirando hacia Villacarrillo, la Loma y el Condado |
El milagro de
nuestra Virgen, al igual que tantos otros
milagros repartidos por nuestra geografía, son narraciones que quedan
ahí, condensando una parte de la historia en hechos magníficos y gloriosos nacidos
en hechos reales que sucedieron o pudieron suceder, con los que paliar años de
sufrimientos, miedos y frustraciones. El que representen los hechos concretos
que narran es menos importante que la propia valoración que uno mismo les dé.
Eliminar la
validez de los milagros es como eliminar los cuentos de la vida de nuestros
niños, es cortarle las alas a la imaginación
o cortar el hilo conductor que une la fantasía con la realidad más alta
y sublime del ser humano.
Pero la realidad del milagro existe o
no, solo dentro de la persona que lo escucha dependiendo de su posición ante la
vida, es decir, de su creencia o no en la existencia de otra vida y / o en Dios
(dos grandes valores ”indemostrables”), a partir del hecho “demostrable” de que existimos en un mundo real. Esta es la
cuestión.
No podemos andar por la vida
despreciando todo aquello que no puede
aportar testigos presenciales o documentos que sean pruebas contundentes, hay
que ser más tolerantes y valorar las cosas también por las consecuencias reales
que provocaron unas creencias determinadas en la vida de las personas y como
consecuencia transformaron la sociedad.
Me encanto de ver este reportaje y sus fotos de Villanueva, Ciudad donde me crie hasta mis 18 años que me fuy a estudiar a Granada. Me recuerdan mucho las fotos donde yo he corrido y he jugado mucho con amigos del colegio de al lado donde esta la Vera-Cruz. Aquí hice mi primera comunión y hasta llegue a enamorarme de una chica y solo recuerdo su nombre......."Caty" no volvi a verla mas y me gustaría volver a saludarle. Cada vez que puedo voy a oir la Misa a la Fuensanta y le rezo mucho a nuestra patrona, ya que me salvo la vida en la campaña de Guerra de Ifni 1957. También visito al antiguo cementerio y le rezo unas oraciones a mis abuelos que siguen enterrados allí. Saludos a todos mis paisanos de Villanueva y me gustaría poner fotos de mi época, pero veo que no se puede.-
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
ResponderEliminarSe que tu vida gira y ha girado siempre alrededor de grandes convicciones, Tu Dios, tu Virgen, tu Patria.... y eso es reconfortante.
Yo soy de Villanueva, algo más joven que tu, y quiero a nuestro pueblo con sus luces y con sus sombras.Recuerdo a Pepita Gallestegui de Villanueva que tenía un hermano (no se su nombre ) que estaba en Sidi Ifni , ella lloraba por la suerte de su hermano ya que le había tocado irse allí en plena guerra. Yo , aunque era niño, admiraba a esos VALIENTES , entre los que veo que tu te encontrabas.
Tengo fotos de la Villanueva antigua y me encantaría ver las tuyas, si quieres te las mando y yo las publico en mi blog o donde tu me digas.
Recibe un sincero abrazo aunque no nos conozcamos.