viernes, 6 de agosto de 2021


                                                                                                     

Un joven Villanovense en las fiestas de su pueblo, 

AÑO 1503

Un breve relato ficticio sobre personajes y hechos históricos y  reales


Hacía ya trece años de la toma de Granada y del descubrimiento de América. La euforia y el optimismo era generalizada en España y en el pueblo de Domingo, Villanueva del Arzobispo, uno de los más prósperos del Adelantamiento de Cazorla en el reino de Jaén.

Aquel día 7 de septiembre de 1503 era la víspera del día grande del pueblo y del inicio de las fiestas en honor de Santa María de la Fuente Santa y era tradición, desde hacía ya más de doscientos años, reunirse los vecinos esa noche en la explanada de la ermita para disfrutar, a la luz de las antorchas, de una larguísima velada en la que se  rememoraban los milagros famosos de la curación de la reina mora, la conversión de Alí-Menon, la defensa del Castillo de Chincoya ante la ofensiva del rey Nazarí y el regreso de la imagen sagrada a su ermita de la Fuensanta.

En la explanada se montaban varias tabernas y se organizaban, a cargo del Ayuntamiento, juegos y competiciones, con premios incluidos, como las tres en raya, la rayuela, una o dos cucañas, carreras de sacos etc... además de la presencia de uno o varios juglares que causaban las delicias de mayores y niños glosando sin descansar y no sin exageraciones, las gestas de Chincoya, el martirio de la reina de Iznatorafe, "las maldades del rey moro" y de cómo, para demostrar su arrepentimiento, edificó aquella ermita que fue restaurada por el gran Rey Alfonso X, el sabio.

Domingo de Valtanás a sus 15 años recién cumplidos estaba muy nervioso, era el primer año  que iba a participar en el desfile que ya venía haciéndose desde 1493, año siguiente a la caída de Granada y del descubrimiento de las Indias Occidentales que ya se empezaban a conocer como “las Américas”.

 Él actuaría en el desfile junto a una numerosa escuadra de más de cien hombres de Villanueva y de Iznatorafe principalmente, que habían sido soldados en las guerras de Granada, habían navegado en alguna de las Naos de la escuadra de Castilla, o simplemente eran labradores del pueblo que habían sido adiestrados en el uso y manejo del arcabuz. Los arcabuceros iban ataviados con llamativos trajes a modo de chilabas moriscas con vistosas rayas verticales y multicolores, gorro rojo y babuchas. Su misión era disparar estruendosas salvas de pólvora al aire provocando nubes de humo que relucían con potentes destellos, a la luz del fogonazo de los más de cien arcabuces que, al unísono, vomitaban fuego a la orden del capitán, un viejo militar retirado del pueblo que había combatido en la guerra de Granada. Cada arcabucero iba acompañado por un ayudante que portaba una antorcha para iluminarle en la operación de carga y descarga, sirviéndole de auxiliar. Domingo y sus compañeros se sentían orgullosos de poder desfilar esa noche como ayudantes de los arcabuceros, colaborando al esplendor de las fiestas del pueblo; Estos actos y el espíritu de euforia que vivió durante sus primeros años en nuestro pueblo, marcaron al futuro Rector de la Universidad de Sevilla, quien en 1553 publicaría su libro “Compendio de algunas cosas notables de España”, en cuya pagina 19 no duda en tener a gala ser hijo de Villanueva del Arzobispo.

La fiesta que se celebraba el día 8 de septiembre se remontaba a unos 250 años atrás cuando, a finales del siglo XIII, tal vez en 1267, la imagen de Santa Maria de la Fuente santa volvió a su ermita, a media legua de Iznatorafe, tras permanecer casi 150 años escondida en Chincoya. Esa vuelta estuvo precedida por un extraordinario suceso calificado como Milagro ocurrido en el castillo cuando fue defendido gracias a la colocación en las almenas de la imagen de la Virgen. El primer rey Nazarí, Aben Alhamar, optó por la retirada ante la determinación de los escasos defensores y la fe que demostraban al acudir al auxilio y protección de la “Virgen de los cristianos”. Sea como fuere, el rey no consideró oportuno provocar la posterior ira del rey cristiano Alfonso X, del que conocía su gran fervor a Santa María y optó por no seguir adelante con la toma del castillo a pesar de su gran superioridad militar.

 Aquel hecho debió de ser muy importante porque pasó a relatarse con inmediatez en una bella cantiga del rey don Alfonso X el Sabio, quien, a buen seguro, tenía información puntual del hecho acaecido por sus visitas a Santo Estevan del Puerto. Este hecho contribuyó a dar más y más fama a la Virgen de la Fuensanta reforzando la que ya tenía acreditada con anterioridad. A raíz de la Cantiga, el papa Nicolás IV en 1291 otorgó la bula que reafirmaba y consolidaba la devoción a esta virgen porque concedía indulgencias a “todo cristiano que la visitase junto a la fuente santa en el reino de Jaén” en el día 8 de septiembre, 3 de mayo y alguno más.

El padre de Domingo de Valtanás, había explicado a su hijo la grandísima antigüedad de aquel culto y la popularidad que había alcanzado en toda Europa gracias a que Liutprando, obispo de Cremona, en el año 956  publicó en su libro “La Antapodosis”, bastante antes de que ocurriese el milagro de la reina mora, una recopilación de hechos famosos ocurridos en Europa, por orden Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, seguramente para exhibir y tener a gala ante toda la Cristiandad, la importancia y madurez de las gentes de su imperio. Entre estos hechos figura la existencia de las imágenes de Santa Maria más famosas de las “Hispanias” colocando en primer lugar las Tiscariensis, Iznatorafensis y Cesaraugusta (de Tiscar, de Iznatoraf y del Pilar en Zaragoza). Lo más verosímil es pensar que   Liutprando se asesoró del embajador de Abderramán III en el imperio de Otón I, el astrónomo y filósofo cordobés Recemundo de Elvira (obispo de Córdoba), a quien conoció en Frankfurt en 956 y  le contó hechos notables y “sonados” en el Al Ándalus necesariamente ocurridos antes de la llegada de los árabes a la Hispania Visigoda, (lo que nos sitúa ya en años anteriores al 711), y como el cristianismo ya se había consolidado en la zona cuando se celebró el Concilio de Elvira (Granada), hacía el año 305,no cabe la menor duda de que los cultos y la devoción a Santa María de Iznatorafe los debemos de ubicar en la época de los siete varones apostólicos, discípulos de Santiago Apóstol  y ordenados diáconos en Roma por San Pedro, es decir en los albores del cristianismo en la Hispania Romana.

Bajo el ensordecedor ruido de los arcabuces, los relámpagos del fuego que vomitaban y el olor exótico de la pólvora, Domingo meditaba tratando de dar coherencia al desbordado fervor popular con el concepto religioso que se iba forjando en su interior y que servía de sustento a todo aquello que él estaba viviendo. Aquella inquietud suya se alimentó y expandió gracias a la semilla que sobre él puso la potente tradición que, de generación en generación Villanueva transmite a sus hijos, tanto a los que hace 520 años participaban en aquellos festejos, como a los que en 2021 hemos vivido la precariedad y la zozobra de un virus demoledor que causa estragos en todo el mundo.

No hace mucho leí en el programa de fiestas de Villanueva del año 1944, un artículo, cuya lectura aconsejo, titulado “Apuntes para una Historia de Villanueva” firmado hace casi 80 años, por Don Antonio Ferreiro, villanovense Magistral de la Catedral de Jaén. Después de su lectura me sentí en la necesidad de profundizar en el pasado de mi pueblo utilizando para ello las semillas de inquietud que me transmitió el escrito de Don Antonio, quien al final se pregunta: ¿Y el silencio de los siglos primitivos?

Los siglos primitivos van rompiendo su silencio y nos hablan a voces desde los más intrincados parajes, sierras, olivares, el monte sagrado de Iznatoraf, la Fuensanta o desde cada curva de la carretera del Tranco, reclamando un lugar en la historia. 

              Me conformaría con que dentro de otros 80 años ya en el 2100, nuestro pueblo haya levantado su voz lo suficiente como para que, desde Villacarrillo, Sorihuela, Villanueva e Iznatoraf discurran caminos de peregrinación que se dirijan a la Fuensanta y Chincoya en el parque natural, haciendo realidad una ruta jalonada de mojones con recuerdos que relaten nuestra historia, que es la de las cuatro villas, constituyéndose así un camino de peregrinación sin igual dentro de España y del mundo. Esta idea no es mía, ya fue sugerida por el Papa Nicolás IV en su bula (litterae gratiosae) “Vite et Usque” hace ya 730 años.



Bibliografía:

 Domingo de Valtanás…. Sevilla 1558:Compendio de algunas cosas notables de España...”

Escudero de la Torre...... Madrid 1669: “Historia de los célebres santuarios etc...”

Liutprando de Cremona... Frankfurt 956:” Antapodosis”

Real Academia de la Historia......” Recemundo de Elvira”, ”Domingo de Valtanás”

José Marín Riveros...Universidad de Valparaíso 2005:Liutprando de Cremona en Constantinopla”

Alfonso X el Sabio....  Toledo 1260- 1268: “Poder a Santa María” ( Cantiga 185)


 

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